Me da miedo el miedo. Me da miedo, el sentimiento que algunas veces me sube por el estómago y me llega a la garganta. Me da miedo. Porque recuerdo sensaciones o situaciones pasadas que no quiero que nunca se repitan. Porque a veces, me suceden cosas, que luego de mañana, creo que he soñado, y siento miedo, a pensar que estoy loca.
El miedo te paraliza y no te deja correr. Te bloquea. Por eso hay gente que se siente más fuerte cuando te hace sentir miedo. Te llevan a su terreno, a las arenas movedizas de tus miedos, tus fracasos o tus derrotas. Los malos recuerdos son los peores fantasmas de la vida, te atrapan y en un momento, te devoran.
A veces me bloqueo. Un mal recuerdo me invade, y entonces, pienso que todo podría volver a ser como lo fue. Y tengo miedo. Tener miedo no es malo, pero te bloquea. Te hace sentirte pequeña cuando duermes en la cama. Y lo único que deseas es que los días pasen tan deprisa que no te dé tiempo a sentir nada.
También da miedo, que la gente te haga daño. Y por eso, a veces, sin querer, creamos una coraza a nuestro alrededor que no nos hace ningún bien. Creemos que así estaremos protegidos de futuros ataques, pero lo único que hace es mitigar la llegada del dolor. Queremos hacernos los duros, los valientes, y lo único que somos es cobardes. Cobardes. Hacemos cómo que nada nos importa, cómo que nadie nos hiere, cómo que no sentimos, para así, parecer fuertes y escondernos del miedo.
A veces, mi mirada se pierde, tras una noche mala en la que el miedo vuelve a presentarse, y lo único que quiero es coger mi boli y soltar las palabras que el miedo, nunca me deja decir. Esas noches, que hacen, que los días siguientes sean dolorosos. Esas noches, que hacen que ya no quieras con la misma fuerza, o que, ya no te atrevas a querer. Esas noches, en que soñar, es mucho más difícil.
Por eso, no tengo ningún miedo a ser feliz. No tengo miedo a la soledad. No tengo miedo al miedo, sólo a todo lo que él conlleva. Por eso no tengo miedo a la vida, porque quiero ser feliz, y reírme, reírme todo lo que pueda, porque muchas veces, Miedo, me quito las ganas de reír y me quito el derecho a hacerlo.
Intengo no paralizarme, pero a veces, es imposible. Parezco dura, pero en el fondo, mis piernas tiemblan, mi estómago se encoge, mi cabeza da vueltas, y todo mi ser, se paraliza. No puedo gritar y mi voz se apaga. Y alrededor, nadie tiene la solución, unos fingen, y otros intentan saltar los muros. Sólo pienso, en que la salida sería fácil. Pero también pienso, que algún día, miedo, ganaré tu batalla.
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