domingo, 31 de enero de 2010

Exorcismo

La Rebe in the city había quedado con una de sus amigas, la rubia, en trazar un plan.  Un plan de desquite.  Olvidos.  Desgarros.  Estrés.  Recuerdos...
Iban a subir al coche.  Irían a Ikea.  Comprarían una nueva vajilla.  En el maletero llevaría la vieja vajilla de la Rubia.  Irían a un descampado.  Y comenzarían a romper platos y vasos y tazas y platos.  Era un exorcismo.  Se lo había recomendado su amigo, el artista.
Y ambas, esperaban que funcionará.  Y sino, habría vajilla nueva.

sábado, 30 de enero de 2010

Sólo diré...

Supercalifragilisticoespialidoso

lunes, 25 de enero de 2010

Cartas entrelazadas

Ésta canción apareció de casualidad.  Su letra dice muchas cosas de las que yo llevó días queriendo decir... no sé si para bien o para mal... pero ahí va.

Una tarde sin ti al teléfono,
un espejo que no deja de esperar,
unos labios sin besos,
una pareja sin sexo
una parada de más.

Una historia que no existe todavía,
unas cartas recordando los días,
un abrazo que no tiene salida,
un porque camuflado en ironía.

No puedo describirte,
no puedo siquiera nombrarte
Sólo son líneas que caen sobre el papel
intentando dibujarte.

Una parcela de cielo en la tierra,
el mundo entero en tu regazo,
una puerta por la que siempre pasar,
un billete de ida para huir de la rutina,
un mirador con vistas al infinito,
este insomnio placentero,
el olor de la ansiedad sobre mi almohada,
una última caricia en mi ciudad callada.

No puedo describirte,
no puedo siquiera nombrarte,
sólo son líneas que caen sobre el papel
intentando dibujarte.

Una pregunta que aún no quiero entender,
una respuesta en tu mirada,
un mar de aceite que me vuelve a sorprender,
cuando en mi vida haces tu entrada.

No puedo describirte,
no puedo siquiera nombrarte,
sólo son líneas que caen sobre el papel
intentando dibujarte.

No, no puedo describirte, no puedo siquiera nombrarte...
¿Si te dejan de regalar calcetines de colores, si las rayas se convierten en grises y negros, te has hecho mayor?
En esto pensaba la Rebe in the city, para calmar sus odios, sus ansías o sus sueños.  No soportaba ver mal a según que personas.  Ni que las voces sonarán triste al otro lado del teléfono.  Ni que las vidas se desmoronarán, aunque no fuera así y tan sólo parecieran temblar un poquito.  No en aquellos a los que quería.
Pero su sofá cheslon cama se había convertido ya en un diván donde contar las primeras penas. Y dónde hacer las primeras confidencias.  Y aunque el cielo a veces podía parecer encapotado, a las seis menos veinte de la tarde también podía salir el sol.  
Y entonces, al volver a casa, tras hacer todo lo que debía hacerse un lunes, o lo que no, o lo que se podía dejar para un miércoles, pensaba en los cuentos.
Pensaba en aquella vez que al dormir soñó con ellos.  Si Pinocho no hubiera sido un mentiroso, si la princesa de las trenzas rubias se las hubiera cortado y no se las hubiera tendido al príncipe valiente que vino a salvarla (mucho más sufrió ella el que el joven muchacho subiera por sus cabellos), o sí el Soldadito de Plomo hubiera dejado plantada a la engreída bailarina.  Qué habría sido de nosotras si Aladino no hubiera robado la lámpara, o si a Blancanieves lo hubieran gustado las manzanas, ni la Bella Durmiente hubiese probado el placer de echar una cabezadita.  Que cambiaría en el mundo si los Siete Cabritillos no hubieran abierto al lobo con patas de harina, si Cenicienta hubiese calzado unas botas inamovibles, si el Hada hubiese sido Hado, si Goliat no hubiese tenido gigante, si Simbad el Marino hubiese tenido miedo al agua, el Patito Feo hubiese sido un presumido, y si los tres Cerditos hubieran sido lechuzas...
En eso pensaba, para no pensar en lo que debía pensar.  Que había construido muros tan altos que ahora no podía saltar por ellos, rodearlos le costaba días, horas... y esperar era la parte más cómoda de los cuentos.... pasar hojas, hojas, y hojas, hasta ver que siempre, o casi siempre, acababan con un final feliz.  O eso esperaba, aunque ya no fuera una Princesa.

domingo, 24 de enero de 2010

A la Rebe in the city le faltaban horas.  Horas o días.  Porque su agenda estaba colapsada.  No en vano, el tiempo que tenía libre lo dedicaba a su gran plan.  A su casa.  Y no en vano, en los últimos meses, se sentía más feliz que nunca.  O al menos, más tranquila que nunca.
Pero los domingos son días astutos.  Que engatusan.  No le gustaban.  Podían ser perfectos amantes o perfectos asesinos.  Y pese a que el último golpe lo había asestado ella.  Pese a que la recompensa llegó exactamente a las 05.25 de la mañana, cuál ibuprofeno ante una esperada resaca, no podía dejar de sonreír de soslayo.  O de sentirse cansada.  O pérdida, sin quererlo.  Y sin estarlo.
Y no podía ver a según que personas tristes.  Y lo había notado en su voz.  Y tampoco podía escuchar según que canciones.  Ni ver según que películas.  Ni podía enterrar al olvido, y matar a los recuerdos.
Pero volvió a coger el libro entre sus manos, y pensó, que algunos domingos deberían dedicarse únicamente a leer, bajo una buena manta.

domingo, 17 de enero de 2010

La Rebe in the city (2010)

La Rebe in the city, estaba rara.  Eso decían.  Que estaba rara y gilipollas.  Lo cierto es que estaba nerviosa.  Nervios de ligar dice una amiga suya y coprotagonista de la serie.  Náuseas.  Vómitos.  Nervios... Y el, hola, adiós, ya hemos acabado, puedes marcharte de mi cama... Sólo funciona en las series.
Y claro, para retar a los nervios, a las nieblas, y a las mañanas, se tiraron a las calles para beber Ribeiro y comprobar que a la Rebe, lo que le gustan, son los bichos con cáscara.
Y que a ella, le gustan con púas.   O punzantes, apostilla la Rebe.
Esa noche aprendieron que los gintonics con café saben mejor.  Y que existen las luces de warning.
Y que si una se encuentra a gusto se fuma un cigarro.  "Estoy tan a gusto que me fumo un cigarro para celebrarlo...".
Y llega alguien (C.E), y le pregunta "¿Cómo lo has hecho para dejar de fumar?"
Y ella, MDMA, le contesta "Pues mira, fuerza de voluntad, que tengo".
Y la Rebe, lleva todo el día pensando que hay gente en un día en Haití que ha salvado cuatro vidas, y que ella en sus 26 años no ha hecho nada igual, ni lo hará seguramente, y pensando en voz alta asegura "Yo, igual soy cooperante. Porque no sé lo que soy, y así me va".
Pero sus pensamientos quedan interrumpidos por su amiga la que ha dejado de fumar a las doce en punto de la noche gracias a su fuerza de voluntad.  "Llevó un día sin fumar.  Desde ayer no fumó".  Son las doce y dos minutos.
Debate absurdo sobre si alguien es o no es guapo. De cara.
Aparece en el bar una bandeja con restos de pinchos, y ella, los mira con cara de deseo (debe ser por lo de dejar de fumar, y muy seria en voz baja, le dice a la Rebe... "Dame esa tostada de ... "  E. se lleva la bandeja y ella dice "Hijo de puta..."
Cambio de música... cedé inoportuno a lo que la Rebe tras debatir con el deejay contesta... "Qué arisquidez!"
MDMA baila sin parar y grita tras comerse un torrezno "Sois la patrulla de la salud"
Se sienta en un asiento especial y N le dice "M, hasta el lunes no viene el de los zapatos" y ella muy seria le dice "Pues aquí le espero".
"De todos los órganos del cuerpo humano, mi preferido son los riñones" (La misma que esperaba)
Suenan unos toques de trompeta, de bombo y de saxo, y llega la charanga.  La Rebe se siente crecer y anuncia "La charanga para mí es como la Biblia para un cristiano".
F.  nombra a Lola Espejo Oscuro.  Y M anuncia "Me imprimo a un putativo" tras hablar de líos carnales de primos.  Y mientras acaba su torrezno debate, "Para mí el sexo es como los torreznos... placer carnal".
Luego mira muy fijamente a la Rebe y le dice "Pregúntale a zurdita... (su mano)... sí, es el 31 de enero"
Y F.  las mira a ambas y estípula "La amistad se nota en que cuando se bebe, siempre se lleva la misma bebida (cantidad)"  Y M le responde, "eso lo decía también Fredie Mercury".
Ella, lo único que quiere es ser Mairalesa.
Y ambas utilizan la táctica del ojalá para pedir el último cubata en dicho lugar.
M arranca la etiqueta de su vestido que había estrenado, y le pregunta a su otra amiga, "Por qué llevas el salvavidas puesto?".
Y la Rebe empieza otro debate en el que argumenta "En tu pueblo son mucho más aventajados que en el mío".
Ambas intentan convencer al camarero de que sorba un poquito de alchol, y la amiga de la Rebe, indignada grita "Ni por nosotras? Tú, no eres un boyscout"
Pero se rompe la claridad del sistema, y del debate sobre las películas argentinas, y se oye, "Irse al pedo, reempujar cuando la pinchilla es corta" (Matías), y entramos en un debate sobre lo inútil de la frase, porque reempujar es una frase hecha, como... empujar mucho.
Alguién canta, y decidimos llevarle a Eurovisión.  Y de pronto, una voz grita, "Ese es el puto himno de Aragón".  A lo que la Rebe responde, "Si no sale la mujer del flequillo no me sale".
Las copas avanzan.  Se acaban.  Y entonces M muy seria dice "Él es ese charco que queda a un lado en el paso de cebra... (silencio de entonación) y tú eres la katiuska que le pasa por encima".
Otra persona grita "Tino Casal siempre acontece... Retén!"
Jacinto se presenta y entonces Rebeca, grita, "Ay Dios, mi abuela se llamaba Jacinta".
Nuevo debate... "Es un sinfonier.  Tú eres una mesa camilla imprenscindible.... y no sé como continúa la frase porque las letras son inteligibles...

+ La Rebe in the city y su amiga siguieron por la ciudad, anduviendo, cantuviendo, sonriendo, abriendo su corazón en una mesa que sabe más que ninguna de ellas.  Porque la mesa nunca llega borracha como ellas y por ello, al día siguiente no se acuerdan nunca de nada de lo hablado.

sábado, 16 de enero de 2010

Tan y tan pequeña

Me hago mayor, y mientras, me siento tan y tan pequeña.  
Tan pequeña, que quisiera recostarme en tu regazo y olvidarme hasta de respirar.  
Tan pequeña, que temo comenzar a llorar y ahogarme en el mar de dudas que me rodea.
Tan pequeña que sólo oiga tus susurros.
Pero no es así.  
Me pareció ganar una batalla que aún no había comenzado.
Creí que la vida me rodeaba, que por fín llegaba una tregua, que ser feliz también era posible.
Tan pequeña.  Tan y tan pequeña.
Y mientras tanto, me hago mayor.
Atrás quedarás los veranos de juegos, los cuentos, los paseos, crecer, aprender, soñar y vivir.
Lo mejor de todo, que seguirás aquí.
Junto a mí, cómo ahora.
Mientras escribo estas líneas, y las lágrimas asoman por mi mirada.
Ahora me hago mayor, mientras tú, te haces pequeña.  
Tan y tan pequeña.
Casi como un susurro.


A ella...

Cosas...

En mi etapa de 2010, he estado limpiando papeles de encima de la mesa, y en un cuaderno han aparecido un par de "vomitonas" de palabras... aquí las dejo.

Lo ridículo de las despedidas;
decir adiós, cuando querías decir, nunca me iría.
Responder ciao.
Cuando se quiere decir, quédate.
Hablamos, para esconder un, 
por favor, llámame.
Venga, hasta luego.
Para camuflar un no te vayas,
o te tendré que salir a buscar.


Ir y venir.  Volver.  Llegar y estar.
Permanecer.
Empezar y acabar.  Fin.   Principio.
Nacer.  Morir.
Los hospitales son lugares llenos de esperanzas
y desesperanzas.  Sueños rotos.
Proyectos.
Los hospitales están cargados de silencios, 
de voces, de susurros, de gritos.
Silencio.
Fantasmas.
Los hospitales están marcados por lágrimas.
Historias.  Reencuentros.
Los hospitales quiebran los caminos, y otras veces, 
los bifurcan.
Hola.  Adiós.  Principio.  Final.
Comienzo.  Acabar.  Elegir.  Luchar.  Vivir.


"Por qué tenemos tanto miedo los humanos a decir lo que sentimos?"

martes, 12 de enero de 2010

-  Te vuelvo a echar de menos.
-  Lo sé.
-  Querría contarte tantas cosas, y tengo miedo.
-  No lo tengas.  La vida es así.
-  Lo sé.  Pero me ahoga.
-  Eso no es malo.  Eso es que lo quieres.
-  ¿Y si no sé querer?  ¿Y si no sé quererle cómo se merece? ¿Y si él no me quiere?
-  Si é no te quiere, dejará escapar lo mejor que le había pasado nunca.  Y si no sabes quererle, él te enseñará.  Y sí sabes querer.  Lo haces a diario.
-  Te echo de menos.
-  Es porque me quieres.  Y nunca se te pasará.

sábado, 9 de enero de 2010

A veces, enciendo las luches de noche,
para no verme envuelta en mis propias tinieblas.

martes, 5 de enero de 2010

Un 5 de Enero de hace ya muchos años, casi demasiados jejeje... unos amigos de mis padres me llevaron al aeropuerto a recibir a los Reyes Magos.
Recuerdo perfectamente el momento en que tras la cristalera vi como bajaban del avión.  Después, Melchor, mi Rey Mago, me dio un beso en la mejilla derecha y no me quise lavar ese lado de la cara durante semanas.
También en casa una vez vi a Papa Noel.  Yo le esperaba tras la esquina del pasillo que iba al salón.  Él siempre dejaba los regalos bajo el árbol de la entrada.  Y ahí me aposté.  No sé cuántas horas estaría, pero lo vi.  Lo cuento siempre.  Y lo sé.  Porque tengo la imagen graba en mi retina.  Yo en la esquina y Papa Noel dejando los regalos en el pasillo.  Me volví loca.  Lo vi marcharse.  Y salí de mi escondite.
Y es verdad.  Y el que quiera que se lo crea, y el que no, no.  Pero yo, lo vi.

domingo, 3 de enero de 2010

Sensaciones


Hay sensaciones que se repiten.  Cómo amaneceres que ya hemos visto o cómo capítulos de los simpson que echan sin parar en navidad.
Sensaciones como está.  La de sentir que me ahogo. Que algo nace.  Que algo me da miedo.  Que me penetra.  Que tengo escalofríos.  Que ando pérdida. Que el mundo no es mundo si no está.  Que las lágrimas se mezclan con la risa.  Que tienes miedo.  Y que no sabes muy bien si algún día las palabras podrán salir de tu garganta.
Hay sensaciones que se repiten.
Una y otra vez.
Con el paso de los años.
Cuando crees que ya no las volverás a sentir.  Cuando ya ni las recuerdas.
Reaparecen.
Hay sensaciones, que se repiten, y que tal vez no deberían acabarse nunca.

viernes, 1 de enero de 2010

A la Rebe in the city no se le daban bien las nocheviejas.  No soportaba llevar tacones.  Ni las gafas con nariz de plástico.  Ni los matasuegras.  Pero le encantaban el confeti y hacer volar con un soplo las serpentinas.
Los 31 siempre marcaban finales.  Y a veces, comienzos.
Las botellas de champán se descorchaban para despedir un 2009 que a ella le había traído la paz.  Pero las noches esconden siempre resquicios de dudas, de quizás, de por qués... y se había perdido otra vez.  Ella lo achacaba al vestido de lentejuelas y a las medias que se le caían continuamente.  No hubo chistes inventados.  Ni hubo brindis al sol.  Había abrazos.  Y canciones con final feliz.  Y en lugar de que a las doce campanadas una carroza la recogiera en casa, dejo los tacones tirados en el bar y se subió a la bici.  Pedalear con el aire en la cara, a las ocho de la mañana, en minifalda, no tiene precio.  Y sino, que le pregunten al conductor del autobús que sonrío al verla pasar.
Y no sabía porque no había sido una más aquella noche.  Porque todo el mundo vino a contarle alguna historia que en un día uno de enero carecía de importancia para ella.  Porque algunos sacaron su peor disfraz para la primera noche del año.  Quizás los sueños se les habían quedado pequeños, o quizás no sonrieron con las campanadas de Telecinco, o se atragantaron con las uvas.
Ella, la Rebe, las cambio por doce almendras. Hacía años que había retado al destino.  Antes había algo rojo, un anillo en el champán, velas, clavo, incienso, deseos... ahora no había nada.  Todo lo que tenga que venir, vendrá, bueno o malo, vendrá.  Ella decidió tentar al destino una vez más.  Sin recetas, sin deseos, sin tradiciones.  Sonriendo.  Y riendo.  Sobre todo para sus adentros.  Porque pese a las nieblas, a los océanos, a que no estuvieras, a que no quiera que estés, a que estés pero no estés, a que me acuerde, a que me olvide, a que me engañes... siempre, quedará La Rebe in the city.