lunes, 28 de septiembre de 2009

La Rebe in the city (Cuentos II)

¿Cuántas mujeres maravillosas pueden estar llorando en este mismo momento?
Por tonterías.  Por hombres.  Por absurdos.  Por que la vida no era tan justa como debiera.
Ella era como Caperucita.  Había elegido Caperucita porque era la única protagonista del cuento que no llevaba un hombre a su lado.  A la joven caperuza, le había salvado un leñador, pero a ella, sólo la salvaba ella misma.   
Se sentía Caperucita, en un bosque inmenso, subida a una alfombra mágica sin saber muy bien donde le iba a dejar el destino.
Y Caperucita miraba a su alrededor y aún entendía menos.
Y veía como todas las mujeres de su alrededor vivían en un mar de dudas.  Un mar de dudas que para muchas era común. Todas las mujeres pensamos y sentimos parecido.  
El otro día una excompañera de trabajo le numeraba sus últimos líos, que ninguno era el indicado, que estaba mejor así... y entonces ella, se acordó de algún lobo.  ¿El qué de verdad te gusta es el que menos caso te hace verdad?  Correcto.  Somos así.
Pero luego también hay hombres que sorprenden o que cambian.  De repente un día, ese chico que pasaba de nosotras vuelve a nuestro camino, y hay mensajes.   Escuetos.  Breves.  Pero mensajes.  Y eso tampoco nos gusta.
Conocemos a un hombre nuevo.  Encantador.  Y nos seguimos fijando en el mismo capullo que lleva meses sin quedar con nosotras.  Pero eso sí, nos encantan las relaciones digitales...
Mantenemos relaciones, pese a los feos, los sinsentidos, las idas y las venidas, pese a que nos ahoguen las palabras en la garganta, y no nos atrevemos a decir lo que pensamos, y no nos atrevemos a hacer lo que deberíamos hacer.  Lo que siempre hemos dicho que haríamos.
Nos enamoramos de los difíciles.  Nos enamoramos de ese que hace que se cumplan las cosas que siempre soñamos, los momentos de película que siempre pensamos nunca viviríamos, pero esos hombres, están casados, y nunca duermen en nuestra casa.
Y por último Caperucita lo sabía.  Aplicaba su caso.  Siempre nos enamoramos (o a ella le pasaba, por eso se cruzaba con los lobos), de los tíos malos, de los que nunca morderían la manzana por nosotras, de los que no matarían un dragón, ni buscarían a la dueña de un zapato talla 40 por todas las calles de la ciudad, ni besarían a la bestia...  no harían nada de eso, y por eso nos gustan. Porque el hombre perfecto, sería perfecto, nos ayudaría a ser feliz, nos haría más fácil la vida, y eso, supondría ser felices.  Y es, lo que más miedo, le da a Caperucita.

domingo, 27 de septiembre de 2009

No éramos dos personas destinadas a enamorarse,

pero ya ves,

ocurrió.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Cuando se saca el billete de autobús,

también estamos aplicando el derecho aragonés.

Justicia de Aragón DIXIT

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cuentos


Ella se creía Caperucita subida alfombra voladora que en algún momento del camino había perdido su lámpara mágica.  Buscó por el camino del bosque, a ver, si por un casual, se le había caído cuando se dirigía a la Casita de Chocolate.  Y no encontró nada.  Si al menos también tuviera su varita mágica, podría haber hecho un conjuro y haberla localizado.  Creyó que sería culpa de los siete enanitos, que habían aprovechado la siesta del domingo para sacarla de su bolsa con siete habichuelas mágicas que hacían crecer una planta que llegaba hasta el cielo.  Susurró unas palabras al aire... y no hubo polvos ni estrellas.   Tal vez, el lobo feroz se la robó el viernes mientras aprovechó esa canción lenta para cogerla entre sus garras e intentar desgarrarla.  Pero ella, que por la noche se vuelve un poco bruja, había roto el hechizo, y había podido escapar.  En parte, gracias a aquel puesto Príncipe que corría por la calle, y aquel otro chico, que se había batido en duelo con las hadas el día que ella había decidido ir a buscar su sapo.  No estaba bien intentar unir a Campanilla con Robin Hood de los bosques.  Pero tampoco tenía lógica que la Sirenita intentará ligarse a Barba Azul sólo porque su barba era del color del mar, y del cielo.   Había tomado café con la Bestia, que se había peleado con Bella.  Y había hablado con Bella por teléfono que se había peleado con la Bestia.   Después trató de merendarse un Soldadito de Plomo, pero al joven no le gustaba el Acuarius de Naranja.  Anduvo por las cimas de los árboles, por los recovecos de las montañas, por los meandros de los ríos... Cantó una canción que compuso con los acordes del sueño de Simbad el Marino.  Vibro valiente al oír el maullido del Gato con botas.  Intentó convencer a Blancanieves de que algunas manzanas tenían gusano dentro, y a Cenicienta de que el cristal era un porquería comparado con la polipiel de los zapatos de Zara en rebajas.   Qué el patito feo, nunca era tan feo, y que Pinocho mentía demasiado poco.  Que no había sastrecillo que no fuera valiente, y que tal vez, algunos cuentos, habían dejado de lado una cosa... que a veces, cada uno, podemos escribir nuestro propio cuento, con nuestros propios personajes, y con nuestras propias historias.
Hay humanos que no deberían tener niños, ni animales.

Y animales que tampoco deberían tener niños.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Antoñito le da a la little un Ducados...
Y ella, decide que se va a pasar a esa marca.
Y llega él y le contesta:  Esta bien, lo que pasa es que luego hiperventilas.

X:  Ya no le meto ni la lengua, sería todo maximilar inferior.

X:  Todos los inputs y los outputs son interesantes.

sábado, 19 de septiembre de 2009

De todas formas...

De todas formas, el destino es gilipollas.
Porque sí.
Porque no acudes a algún sitio, y resulta que tenías que haber acudido.  Que allí estaba esperándote.  Tu alma gemela.  O un clavo.  O un amigo.  O nada. 
Pero estaba.
Y no estaba como tu pensabas que estaba.  Te estaba esperando.
Y luego el destino hace que vuelva el pasado, un pasado que ya no te gusta, pero que te gusto.  Un pasado que te volvió loca.  Un pasado que te hizo adelgazar en una semana tres kilos por el letargo.
Y reaparece.
Y ronea.
Y nada.  Ya no sientes nada.  Y ponen esa canción que te pone los pelos de punta, y el pasado se acerca, y lo intenta, y nada.
Y tú piensas.
El destino es gilipollas.  O la gilipollas soy yo.  O lo fui.
Porque si ese mismo momento se hubiera dado hace cuatro años, seguramente te habrías vuelto loca.
Pero hiciste las maletas.  Y preferiste mirar por el cristal.  Y ver pasar los árboles por la ventanilla del tren.
Y aunque los trenes ya no tengan humo, cómo espeta tu amiga, hay humos que persisten, pero que ya no sientes.
Y aunque no puedas decir muchas cosas, y aunque calles algunas, y aunque digas más de las que deberías, sigues siendo tú.
Y sigues pensando lo gilipollas que es ese tio llamado destino.
Y lo gilipollas que pueden llegar a ser dos personas que se buscan, que se encuentran, que se pierden, que hacen para encontrarse, para perderse, para no encontrarse, para reencontrarse... dos personas que un día pensarán también que gilipollas fue el destino.
Y mientras estás en ese bar, pensando en que fuiste tonta por no ir a ese sitio, en que fuiste tonta por perder el tiempo con algún que otro ejemplar, en que eres tonta porque no sabes que hacer cuándo si que lo sabes, pero no te atreves, aparece.
Otro tren.
Otra canción.
Otra sonrisa.
Otro olor.
Y de nuevo, un día, dentro de unos meses, pensarás... 
Que el destino es gilipollas.

Noche rara, rara, rara

Alguna de las perlas...

Inclíto.  Tu amiga tiene algo que tú no tienes.
Propia.  No, mi amiga tiene varias cosas que yo no tengo.
Amiga.  Sí, dos hijos como dos botijos.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Yo no pido casi nada...

Sólo

que se pierdan mis sentidos

y se nuble

tu mirada.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Con el alma en silencio me voy de tu cama

y a mi paso voy borrando huellas de la nada...


martes, 15 de septiembre de 2009

Que el mundo se queda pequeño,

si se ponen de acuerdo y te apartan de mí...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Sin ti no puedo

Por sí un día decides que aquello valió la pena.

Si descubres que ya no te importa el que dirán.

Si te pesan las cicatrices.

La nostalgia de tiempos felices.

Dando vueltas por esta ciudad me encontrarás.

Estática.

Me conformo con pensar que doblarás esa esquina, y aparecerás, fingiendo no saber que siempre estuve aquí, y que decidí esperarte sin más, aquí.

Aquí. Sin tí, no puedo.

Por si un día, decides que aquello valió la pena.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Pues eso y nada,

es nada.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Se pregunta...

qué le queda
qué se lleva
qué le deja...

me dejaste...

Los recuerdos, los lamentos, la cama, las manos, tus nervios, las copas, las drogas, los bares, la esperanza, estar muerto y dime... qué me queda?

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Soy tu princesa de cuento, de esa que su palacio sigue en reparación o no existe o se cayó.
De esas que van en vaqueros, y les crecen los enanos sin una canción
De esas macarras de cuento, que pierden los papeles por un empujón
Esas que ya no recuerdan que besaron a un sapo, que nunca dió el estirón

Que si la vida no me trata bien me voy a ese lugar donde las manzanas sientan bien.

No voy a salir a buscar un cuento que no sea cierto, sin final feliz

Estoy agotada de andar encima de unos tacones que me hacen subir, que el mundo se me queda pequeño

Que paso del fútbol, aunque juegue el Madrid

Tranquilo, no pido promesas porque sé que me vas a mentir

Adaptada a Vega...

martes, 8 de septiembre de 2009

No entiendo nada

Dame un segundo.


Podría haber buscado un hueco


y quedarme en silencio

Serial

Una mujer que se enamora por Internet.
Una mujer divorciada.
Una que llora por la noche porque tiene miedo de estar sola.
Una mujer que ama a un hombre, casado.
Una mujer que vive feliz con el hombre más maravillo del mundo.
Una mujer que recibe una llamada de un hombre que le dice que sí ella se lo pide lo deja todo, y sino se va con otra.
Una mujer que llora mientras su ex le dice que va a ser padre.
Una mujer que se hace la digna, pero sigue enamorada del mismo capullo.
Una mujer que discute consigo misma preguntándose si se aparta o no de la vida de otro capullo.


Estas son algunos de los personajes de mi serie.
Una serie donde queda clara una gran verdad...

LAS MUJERES NUNCA NOS ENAMORAMOS DE LOS HOMBRES BUENOS

¿POR QUÉ?

PORQUE SON MUY BUENOS.

PREFERIMOS LOS MACARRAS, LOS CAPULLOS, LOS MENTIROSOS, LOS ENFADADOS CON EL MUNDO, LOS PERDIDOS, LOS INFIELES, LOS TIPOS DUROS...

lunes, 7 de septiembre de 2009

Estás tú p´hablar

A una amiga (o dos... o aplícate)



Verá, mi pequeña Amelie, usted no tiene los huesos de cristal, podrá soportar los golpes de la vida, si usted deja pasar esta oportunidad con el tiempo su corazón se ira haciendo seco y frágil como mi esqueleto. ¿A que espera? ande, vaya a por él.

El más bello de mis males

Serás verdaderamente libre,

cuando sepas amar sin juzgar




Date prisa.  A veces, es demasiado tarde.
A veces nos damos cuenta cuándo llega el final.
Cuándo ya no hay punto suspensivos, ni puntos y comas, ni puntos seguidos.  Sólo puntos finales.
Sólo vidas aparte.  Paralelas.  Circundantes... pero nunca una... nunca compartida.
Y a veces, nos arrepentimos mucho tiempo después de las decisiones.
A veces, sentimos que nos duelen las heridas que ya creíamos cerradas.
Y cogemos aire porque cuesta respirar
Y el camino se hace más cuesta arriba, y cuesta volver la mirada, y cuesta mirar hacía delante.
Date prisa.
Ven a buscarme.
Puede que mañana sea tarde.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Noticia

Estoy harta de maldades.
Estoy harta de poner las noticias que todo sea malo.
Estoy harta de la crisis.
De que crezca el paro.
De que los niños crezcan sin poder jugar en la calle.
De que crezca el número de mujeres que mueren a manos de un hombre.
Estoy harta de provocar cataclismos.
Del dolor.
Estoy harta de que la esperanza se pierda en los callejones, y que en las calles no haya más que nubes cubiertas de angustia y miedo.
No quiero abrir periódicos que me hacen llorar.
Ni escuchar informativos dónde lo más positivo es oír que llegan las dos y media y es hora de marcharse a comer.
No quiero soñar en blanco y negro.
Estoy harta de todo eso.
De que nuestros problemas se agolpen en la espalda y que los nudos aparezcan de nuevo en la garganta y no nos dejen hablar.
Estoy harta.
Harta.
Porque seguro que a las once y veinte de la mañana de un domingo cualquiera en cualquier lugar del mundo hay alguien plantando árboles.
Seguro que hay un niño que se ha curado de un cáncer.
Seguro que alguien recibe un órgano que le ayuda a vivir de nuevo, o a continuar en la vida.
Seguro que una mujer conoce que está embarazada.
Seguro que dos personas, y muchas más, se estarán besando.
Seguro que una niña tiembla de emoción porque él, le ha pedido ir al cine.
Seguro...
Y lo que me jode, es que el amor, la vida y el futuro no sean noticia.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cosas mu parecidas...

Yo quiero ser médico o policia


Luna Gil Aldea, siete años
Mientras veía Hermanos y Detectives con su tia Rebeca de 26 años

martes, 1 de septiembre de 2009

La Rebe in the city

Tras los últimos episodios vividos lo digo abiertamente:

NO ENTIENDO QUE PASA POR LA CABEZA DE MUCHOS HOMBRES!!!!

NO ENTIENDO A LOS SERES HUMANOS!!!!

Por todo ello, y ante los casos que me rodean, he pactado hoy en redacción que voy a hacer una serie sobre mi vida.

Vicente me ha dado el título

LA REBE IN THE CITY.

Las localizaciones:  la redacción de AR, mi cabina de las Cortes, el Limpia, el Licenciado, el Corto y su calle, el Bonanza, la piscina del pueblo, la ribera, una estación de Bizi Zaragoza, La Antilla y la Bodega de las Madalenas... luego se puede ir añadiendo alguna otra según las necesidades.

Personajes: todas mis amigas (que cuando se juntan parecen de Sexo en Nueva York, serie que nunca he visto), los hombres que se entremezclan en nuestra vida, los hombres que están en nuestra vida, los hombres que han estado y los que estarán.  Algún hijo o hija.  Algún padre o madre.  Algún vecino, compañero de trabajo, escolta, policía local o camarero.  Vicente.  Gente de AR.  El núcleo duro.  Los animosos.  

A Vicente le doy una escena una noche de lluvia junto a una moto en la plaza del justicia con la calle santa isabel.