¿Por qué?
No sé. Porque había niebla.
¿Huías?
Tal vez. Buscaba caminos.
¿Estabas pérdida?
Sí. Hace meses que me sentía pérdida.
¿Haciendo círculos?
Sí.
¿Una y otra vez?
Sí. Una y mil veces. Mil y una veces.
¿Escapabas?
No. Nadie me atrapaba.
¿Y por que huías?
Por que quería ser la chica más fuerte de la ciudad.
¿Y funcionó?
No. Me atrapó una muralla.
Normal. No hay caminos sin sentido.
Hoy he soñado otra vez.
¿Con el camino?
No.
¿Con las estrellas?
No. Soñaba y me caía del colchón.
Es porque estaba vacío.
Como yo. No me quedan historias que contarte.
¿Historias que inventas?
No, historias que imagino.
¿De noche?
Y de día. En el autobús, y cuando paseo por la ciudad.
¿Cuándo sientes ser la chica más fuerte de la ciudad?
No... invento cuando me siento yo.
¿Y por qué no eres tú?
Porque me perdí.
¿Tienes corazón?
Entre escombros y cimientos que lo apuntalan...
¿Lo notas latir?
Claro.
¿Fuerte?
Mucho.
Eso es porque te acuerdas de alguien.
A menudo.
Cuando caminas.
Sí.
Cuando sonríes.
Sí. Más cuando río, a carcajadas.
Es cuando sientes que respiras. Entra aire en los pulmones. A borbotones
Anoche encontré el camino.
¿El camino?
Sí.
¿A dónde te llevaba?
A él.
¿Y lo seguiste?
Volví a rodearlo.
¿Por qué?
Porque no quiero volver a perderme.
¿Y sigues en el laberinto?
Sí.
¿Saldrás algún día?
Tal vez.
¿Lo esperarás?
Siempre se espera a alguien, sin querer incluso.
¿Y qué harás cuando llegué?
Decirle que porque tardo tanto. Decirle todo lo que quiero decirle. Decirle que todo ha pasado. Decirle que me encontré. Decirle que ya no llueve. Decirle que las heridas cerraron. Decirle que no tengo tiempo para decirle todo lo que le diría. Decirle que ya ni lo echo de menos. Decirle que aún tiemblo si lo veo. Decirle que ya no sé que decirle.
Me voy.
Vale.
¿Dormirás hoy?
Claro.
¿Y soñarás?
Tal vez.
¿Con qué?
Con un camino.
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