Hoy he disfrutado de una gran sobremesa pero cada día soy más consciente de que mi vida, o mis alrededores, se parecen a una serie americana. O al menos, cada vez más, los diálogos.
Nuestro Sexo en Nueva York particular, ha vencido hoy con el ultimatum que he puesto encima de la mesa,
vamos a ver,
porque nos tenemos que creer las excusas baratas que cualquier julai (o tio) nos dé.
Nosotras valemos más que eso, nos merecemos más que eso.
Vamos a ver, si tú te encuentras a un tio que te mola, porque no le puedes decir vamos a echar un café, te invito.
Porque no puedes mandarle un sms a ese otro y decirle, quiero ir contigo al cine.
Porque no puedes insinuar, o decirle, al otro que quieres echar un polvo con él...
PORQUE, PORQUE, PORQUE
pues porque ellos no están preparados. No lo están. En el siglo XXI las mujeres hemos saltado barreras que ellos siguen buscando como rodear para seguir en el camino.
Si tú te encuentras al tio que te mola aunque quiera café puede ser que te diga que no.
Si le invitas a ir al cine, creerá que le estás proponiendo casarte en Santa Engracia y celebrar el convite en el Don Yo.
Si le dice echar un polvo, pues creerá que quieres que te insemine para quedarte preñada, nunca pensará que realmente te apetece.
Así es la vida femenina masculina.
Y claro, tú te tienes que creer que no toma café, que tiene prisa, que no lleva el móvil encima, que no se ha dado cuenta del mensaje, que ha cambiado de número por que le robaron.
Si quedas con él y no se presenta, no es que no le apeteciera, sino que claro, se olvido; tú le llamaste pero claro no escucho el móvil, o estaba sin bateria, o vino una ola gigante de tsunami y se lo llevo de la orilla de la playa...
Y lo peor, es que tenemos que aceptar todo esto. Cuándo es mucho más fácil coger y decir: mira tia, no me apetece ir al cine contigo; me aburres; no podía quedar; no quiero volver a verte.
Hay cosas dolorosas, pero creo que ya es hora de que cada uno acepte sus papeles y afronte la vida. Nadie se va a morir porque le digan la verdad... y la verdad duele, pero al menos, es la verdad
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