Tal vez sea el final del verano que a todos nos hace recordar con más melancolía lo que paso otras estaciones.
Tal vez el comienzo del curso que hace que no estrenes ya estuche ni mochila pero sí objetivos.
Tal vez, pudiera ser, el que en la tele no hagan más que salir sin parar nuevos coleccionables que unir a tu librería, si es que tienes una claro.
También pueda ser que se avecina el invierno, y es entonces, cuando la mayoría buscamos un lugar para resguardarnos del frío, de la niebla, de las noches en que no apetece salir sino meterse en una cama caliente y resguardada del exterior.
Tal vez sea por todo eso. Pero llevo unas semanas en que la gente no hace más que hablar de futuros.
Tengo a un amigo enamorado, tanto, que da hasta asco hablar con él (en el mejor sentido de la palabra creánme). Le perdono porque me hace recordar que alguna vez yo también estuve así de gilipollas y lo bonito que era sentir cómo que flotabas por encima de la ciudad.
Tengo a otros amigos, a los que veo cada vez más colgados, es decir, que no saben que hacer para arrancar en el laberinto donde se han metido.
Otro, me dijo hace unas semanas, que sí a los cuarenta no se había casado me pediría matrimonio, porque sólo alguien como yo, podría aguantar a alguién como él, y digo yo, y a mí quién me aguanta?
Tengo otro amigo al que le da miedo quedarse sólo y quiere comenzar a hacer castings por los baretos de la ciudad, sin darse cuenta, que de noche sólo salimos las brujas.
Tengo una amiga que comienza el curso y no sabe que hacer con su vida, si comprarse un caballo, un bolso, unos zapatos o ponerse un bar en su nueva casa.
Otra amiga desea tanto casarse que intenta convencer a su novio con el que ya vive de que debe ser así.
Tengo otros amigos que preparan ya su boda, y que dificil oiga decir con quién sientas a fulanito o porque debes inventar a aquel tio lejano y del que no recuerdas ni su cara.
También tengo a otro que se pierde entre distintas camas sin saber muy bien cómo acabar la historia, y menos en cual acabar cuando verdaderamente necesita, dormir.
Otros viven historias de amor en la lejanía, poniendo pegas, que luego, se caen solos cuando ya no se puede arreglar el problema, o cuando cada uno a andando y elegido un camino distinto.
Y tengo a otro, que hoy, me ha preguntado a una hora decente y sin alcohol si yo me quería casar y tener hijos... no les digo? está todo el mundo muy trascendental.
Le he dicho lo que tengo claro desde hace muchos muchos muchos años, me encantaría tener un hijo. Y lo de casarte o arrejuntarte, pues todo depende de que alguien me aguante y de que yo esté dispuesta también a hacer lo mismo. Algo que cada vez me cuesta más.
La respuesta de él ha sido, que aunque muchas se lo piden, a mí se me prestaría lo necesario para hacer el niño. Y yo le he dicho que a él se lo aceptaría. Porque pensar tener un hijo artista con el arte de él, su inteligencia y humor, y con mi gracia, lo menos nos sale vedette de El Plata el chico. En fín... el futuro padre de mi hijo se ha ido a hacerse unos huevos fritos, le he dicho que no se pase con el colesterol o tendré que buscar a otro.
Siempre puedo hacer un quien te tienta a las nueve treinta...
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