martes, 14 de abril de 2009

No sé por qué

No sé por qué los días de lluvia nos acordamos más de los que queremos.  De los que queremos y no están.  Tal vez sea porque la lluvia son las lágrimas de los que nos ven desde arriba, de los que nos echan de menos.
Por eso tal vez, en estos días de lluvia, volví a soñar con ella.  Por eso, vienen a la cabeza los recuerdos de él.  Por eso cualquier cosa te trae de nuevo a mi lado.
Sin embargo, otros días cerro los ojos, y al abrirlos ya no estás.  Eso sí, cuando te recuerde el aire se escapa por mi garganta y no vuelve.  Y es así, con los ojos entrecerrados como procuro seguir viviendo.
Por eso tal vez, en los días de cierzo, intento engañarte con cualquiera.  Y al amanecer busco un abrazo que me abrace y que no me recuerde las lágrimas que caen del cielo.
Sin embargo, otros días, el sol abrasa mis manos al ir en bicicleta por la orilla del río.  Y rió.  Y siento.  Y la felicidad es la que me ahoga. Y pienso que si no estás es porque todavía no te he inventado.  Y pienso que si te fuiste es porque no tenías que estar aquí.  Y pienso que tal vez deje escapar muchos trenes, pero eso se piensa, en bajito, y como dice T se guarda en el cajón de la mesilla, bajo llave, y sólo se saca la noche de luna llena que esté bañada por la lluvia.  O sea, ninguna.
Entonces decido montarme en la bici, retar al tiempo, y con lluvia o cierzo, dejar de buscarte en las calles de la ciudad.  Decido reír, cantar, y dejar de tararear el verano azul cada vez que pedaleo.  Decido esperarte en esta orilla... eso sí, un segundo.  No habrá más.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por aquí se te echa de menos...quiero una crónica berlinesa! :)

Un beso, Princesa!

T.