domingo, 5 de abril de 2009

Te solté la rienda...

Sí, soy feliz, y ¿qué pasa?  Últimamente todo el mundo me pregunta que me vé muy bien, pues sí... tal vez sea como ya les dije a Antoñito o a Kiko, que estoy tranquila, y tal vez, haya comprendido que estar tranquila es ser feliz, o al menos, la felicidad alcanzable.  
Tengo muchas terapias, quedar a echar un café en una terraza de domingo.  Los planes domingueros que antes hacía con mis amigos.  Reírme sin parar con el puzzle o inventar un baile como Tina Turner.  Hacerle tonterías a Raquel.  Reírme con Luna hasta llorar.  Sentarme en el sofá de los Fortunatos y no decir nada.  Reír con Tanga con Limón y Nada.  Reír con mis amigos del pueblo gracias a un Sorbete de Limón que no se derrite.  Poner el cedé de mejores éxitos de María Jiménez y cantar a voz en grito.  Tomar helado mientras alguna amiga llora, o ver Amélie.  Y escuchar rancheras... sí, tengo varios tios a los que les encantan... y tal vez, de esos viajes en el coche, en el tractor, o por las fiestas del pueblo, se me ha pegado... aquí va una.
Para aquellas que ahora no tienen esa tranquilidad que yo tengo, para aquellas que lo están pasando mal, para aquellas mariposas que han pasado de volar en su estómago a suicidarse en su esófago, a aquellas que ya no saben dormir solas, que las noches se hacen muy largas, aunque estén llenas de canciones y bailes, a aquellas que cierran la puerta al amor... a veces, aunque duela, hay que soltar la rienda...


Se me acabó la fuerza
De mi mano izquierda
Voy a dejarte el mundo para ti solito
Como al caballo blanco
Le solté la rienda
A ti también te suelto
Y te me vas ahorita
Y cuando al fin comprendas
Que el amor bonito
Lo tenías conmigo
Vas a extrañar mis besos
En los propios brazos
De la que esté contigo
Vas a sentir que lloras
Sin poder siquiera
Derramar tu llanto
Y has de querer mirarte
En mis ojos tristes
Que quisiste tanto
Que quisiste tanto
Que quisiste tanto

Cuando se quiere a fuerza
Rebasar la meta
Y se abandona todo
Lo que se ha tenido
Como tú traes el alma
Con la rienda suelta
A ti también te suelto
Y te me vas ahorita
Y cuando al fin comprendas
Que el amor bonito
Lo tenías conmigo
Vas a extrañar mis besos
En los propios brazos
De la que esté contigo
Vas a sentir que lloras
Sin poder siquiera
Derramar tu llanto
Y has de querer mirarte
En mis ojos tristes
Que quisiste tanto
Que quisiste tanto
E que quieres tanto

Se me acabó la fuerza y te solté la rienda

2 comentarios:

Palabra de treintañera dijo...

Dame un poquito de tiempo para soltar, reina, un poquito de tiempo...

Anónimo dijo...

Me gusta tu tranquilidad.

Por cierto, antes de ayer soñé contigo. Resulta que yo tenía una hija y no hacía más que darle paseos en los autobuses de Tuzsa, y en uno de esos nos encontrábamos contigo, y ahí que te la dejaba a la niña, dando paseos con la Tía Rebe...

Lo sé, se me fue la pinza. Yo creo que es que dormir la mona sienta fatal :)

Un beso, Princesa!

T.