Él estaba allí.
Sólo.
En medio de la calle.
En el vacío.
Pendiendo de un hilo.
Lo habían dejado sin más.
Sin recuerdos.
Sin sueños.
Sin proyectos.
Los abrazos seguían quedándose allí, entre sus pieles.
Los besos se acurrucaban en sus labios, dormidos.
Y él añoraba su presencia, tanto o más como se siente la ausencia.
Una calle gris.
Sin luz.
Oscuro.
Soledad.
Creía que nunca ocurriría. Pero antes que él había habido muchos otros, y otros que vendrían después.
La sonrisa se había descosido poco a poco con el pasar de los días.
Crecer ya no era un sueño, sino una pesadilla.
Los miedos se le habían apoderado.
Era el vacío.
La soledad.
El silencio.
O tal vez, el ruido de los camiones.
Cómo aquel que ahora se acercaba.
Una mano se alargaba.
Y entonces, ella paso por allí, y lo vio, ahí, de pie, en el suelo, abandonado... e hizo esta foto.
Era tan difícil hacerse mayor.
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