lunes, 22 de diciembre de 2008

Navidad

Me encanta la Navidad, aunque reconozco que ésta será más difícil aún que las pasadas.  En mi casa son todos antinavideños, y yo, ya hace unos años que me cansé de tirar del carro festivo en la familia.  Siempre cenamos solos los cuatro... antes cuando estaba ella, aún conseguíamos juntarnos alguna vez. Pocas.  Muchas menos de las que deberían haber sido.
Concibo estas fiestas no como el momento para ser buena persona, pero si, como uno de los momentos del año para creer que aún hay algo de cordura en este mundo inmenso y loco y que gira más rápido de lo que pensamos o notamos.  Para poder estar con los que quieres, con los que te apetece estar.   
Esta Navidad estará más vacía, porque ella ya no está.  Y todavía duele decirlo.  Todavía quema recordarlo.  Y todavía el corazón se siente frío cuando notas la ausencia.
No nos ha tocado el Gordo, quizá porque confíamos más en ser felices.  Ojalá.  Lo cierto es que mi Princesita ya está aquí, y los días pasan llenos de saraos navideños con amigos, y los días se llenan pensando en ese ser de seis años que se parece tanto a ti.  Esa persona que te hace comprender porque soñabas de pequeña, porque creías en los Reyes Magos, o porque existe una magia especial en la Navidad.  Mi Luna, tiene seis años, que se han pasado volando, y aunque ahora este a miles de kilómetros, en un día triste llamarla y que por teléfono me cuente que sabe dividir, o que le diga un problema para resolver, me deshace el nudo del estómago.
Esta Navidad, volveré a estar en el Alfonso, con bajas importantes.  Volveré a viajar con Renfe, pensando en el favor que hacen social.  Volveré a recorrer valles acordándome de otras Navidades.  Volveré a cantar Rocío Jurado en el Fota, ya que el año pasado me quedé sin voz, sí, aunque nadie lo crea.
Pero además, pediré un deseo.  Que vuelvas a Zaragoza, y que hagas un pequeño hueco para verme.  Que volvamos a compartir un gintonic.  Que me muestres los sueños que has construido estos meses, mientras recoges en pedazo los que se me cayeron cuando te fuiste.  Y fue culpa mía; o tal vez, tuya.  Recorrer nuestros bares.  Cantar y bailar.  Reír.  Hablar sin parar.  Y entonces tú te volverías a ir.  Cómo haces siempre.  Yo pensaría que he conseguido burlar a la suerte una noches más (tal vez ese sea mi Gordo).  Te diré que no hablo con nadie de cuentos, ni elijo películas malísimas para compartir.  No daré más frases de película, ni más canciones exitosas del baúl del recuerdo.  Te marcharás.  Y quizás antes de irte, dejes una carcajada susurrada en mi oído.  Yo me estremeceré de nuevo, y por un minuto, habré vuelto a ser feliz, habré vuelto a estar a tu lado.  Después, me perderé entre la niebla de la ciudad, para volver a comprender, que te fuiste ya lejos.  Y que entre tus nuevos sueños no están mis cenizas.  Siempre querré que sonrías, que seas feliz, que no te acuerdes de mí, que la quieras a ella, pero que una vez al año, tal vez una noche fría, tal vez una madrugada tibia, un minuto en la mañana, un segundo en la tarde, una canción, o una frase en un libro, te vuelvas a acordar de mí.  Porque yo también lo hago.
Mi Navidad es este sentimiento... Bendita y maldita Navidad, de Raphael

Navidad
un cucurucho lleno de castañas
Navidad
noche de besos de tela de araña
Navidad
la abuela con su toca azul marino
Navidad
las casas aromadas con roscos de vino
Navidad
las sillas puestas de los que cayeron
Navidad
raíces para los nuevos viajeros
Navidad
figuras de un portal siempre más viejo
Navidad
silencio al dar las doce ante el espejo.

Si no fuera por las luces de neón
por los recuerdos que rescatan mi ilusión
no habría diciembres para pensar en tí
Y si no fuera por la escarcha de papel
por esa estrella y ese niño de Belén
no habría motivos para brindar por tí.

Maldita y Bendita Navidad
Bendita y Maldita Navidad
con su eterna canción
un año sin amor
y un día para amar.

Navidad
Jerusalén envuelta en puras llamas
Navidad
ni sana hoy ni sanará mañana
Navidad
Adán matando cada día a Eva
Navidad
de niños que no tienen quien les quiera
Navidad
la guerra Santa, Guerra por dinero
Navidad
pateras llenas de angelitos negros
Navidad
la calle el reino de los sin papeles
Navidad
de los sin techo buscando pesebres

Y si no fuera por las luces de neón
por los recuerdos que rescatan mi ilusión
no habría diciembres para pensar en tí
Y si no fuera por la escarcha de papel
por esa estrella y ese niño de Belén
no habría motivos para brindar por tí.


No hay comentarios: