miércoles, 8 de diciembre de 2010

Cuando salió por la puerta comprendió todo lo equivocada que había estado. El paraíso no acababa en su sonrisa ni el amor anidaba en su cuerpo. Quiso echar a correr por la acera pero siguió hacia adelante, todo lo erguida que pudo. En su interior se había roto el mundo. Añicos. Como aquella bola de nieve que siendo pequeña estrelló contra el suelo. Quiso gritar pero las palabras se enredaron en su garganta. Y quiso llorar. No pudo.

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