Así acababa el anterior capítulo de la Rebe in the City... y hoy comienza en vacío. Sin música.
Con pañuelos de papel y mocos.
Y dolor de cabeza.
Ibuprofeno. Paracetamol.
Algo de fiebre.
y curro. Mucho curro. Y tocadas de huevos.
Pero encima, es que flipo.
Flipo con los tios.
Porque no voy a hablar de mí, y de porque todas mis relaciones acaban antes que un bonobús de los de cartón. Voy a hablar de ellas.
De mujeres estupendas, que tengo la suerte de que sean mis amigas.
La una, se enamora de un capullo. Un capullo mental, literal; y se enamora, así, a lo tonto, por internet. Y él, se deja querer, y se quiere (el problema es que él se quiere demasiado a mi juicio), y sigue pendiente de su ex... y al final, vuelve con ella.
La segunda, se enamora por internet. De otro gilipichi. Porque lo es. De un tio, que dice estar enamorado de dos a la vez (perdóname, pero hoy estoy de día sincero), y que reconoce no ser feliz con su mujer, pero no se atreve a dar el paso e intentar serlo con mi amiga.
Y por último, el julai que no sabe lo que quiere. Que sí un día a las cinco de la mañana te quiero, que si me encanta dormirme contigo y la música que me pones... Otro día, que si no podemos estar juntos, que si mejor amigos, que si te mereces algo mejor...
A ver señores... si nos merecemos algo mejor, lo decidimos nosotras. Si queremos perder el tiempo con julais con ustedes, estamos en nuestro libre derecho. Somos así. Tontas. De remate. Rematadamente tontas. Pero a la vez, somos tías estupendas. Tan estupendas que no deberíamos estar perdiendo el tiempo con tíos que no se atreven a coger la vida, con las dos manos, y exprimir lo bueno y quitar lo malo.
Porque la vida puede ser maravillosa. Porque se puede ser feliz, o al menos intentarlo. Y porque eso es lo único que nos quedará mañana. El minuto a minuto, los segundos, los días felices, las horas de reír, de bailar, de acariciar, de besar y de abrazar. De hablar sin parar. De reír de cualquier chorrada que ese chico te pueda decir, aunque para el resto de tus amigos no tenga gracia.
Pero no nos mereces que nos mareen. Que jueguen con nosotras. Que nos mientan. No nos merecemos compartir. Ni que nos hieran gratuitamente.
Podemos elegir. Debemos elegir. Y si elegimos a alguien aunque todo el mundo nos diga que no, que nos engañará, que nos hará daño, que no es para nosotros, que nos merecemos más... puede que sea verdad. Pero todas mis amigas ESTUPENDAS y yo, tenemos algo en común. Lo habremos elegido, pero a diferencia de estos, cogemos la vida por los cuernos, y nos agarramos fuerte y no nos dejamos caer. Por eso pedimos sinceridad, la verdad, un hueco en el corazón, un sitio en el recuerdo, y que nadie nos tiré al suelo. Y si lo hace, que tenga bien claro, que siempre habrá alguna madalena que nos recoja.
++++ El camino fácil, el corto, siempre es el más fácil, pero nunca, el que te hace más feliz... y porque yo también elegiría la plazoleta.
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