domingo, 15 de marzo de 2009

Hasta pronto

A veces se cruza en nuestro camino la persona perfecta.  Ese o esa, con el que sabes podrías pasar toda la vida.  Esa persona con la que estás y el tiempo pasa volando.  Esa persona que parece leer tu mente, que parece que es la otra mitad de ti, que te hace ser mejor, con la que ríes sin parar, o hablas como si la última vez hubiese sido ayer y en realidad haya pasado mucho tiempo.
Y a veces, a esa persona la dejamos escapar.  Bien porque no es el momento.  Porque no lo
 sabemos y lo descubrimos con el tiempo.  Porque no es para nosotros.  Porque es demasiado bueno para estar a nuestro lado.  Porque el camino se entrecruza, o porque tomamos un desvío.
Con el tiempo puede que los desvíos se vuelvan a encontrar, y que por un momento, en la estación coincidas de nuevo.
En esos momentos hay varias formas de reaccionar.  Esta la forma del no he pasado página, del te he seguido esperando, del me quedé aquí sentado en la estación intentando encontrarte entre toda la gente que subía y bajaba de los vagones.   Esta la forma del suplicar.  Del no te vuelvas a ir.  Del quiéreme.  Del sin ti no sé vivir.  Del ser egoísta, y no entender que el camino del otro ya tiene un recorrido que no es el nuestro.  Y ésta la forma del seguir adelante.  Del querer sin querer.  Del esperar sin esperar.  Del recordar sin recordarte.  Del olvidar sin olvidarte.  Del hasta luego.  Porque sabemos que siempre habrá un lugar para él o ella en nuestras vidas.  Y que siempre será como ayer, aunque pasen los años.
Gracias por regresar.  ¿Te fue bien el viaje? Hasta pronto.

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