lunes, 16 de junio de 2008

Leer te hará libre

Me encanta leer, creo que esa sí, porque también me encanta soñar.

Tengo un sueño, y mi sueño sería que me tocará la lotería y montar una gran librería.

La librería tendría una cafetería.

En la cafetería se sentarían madres y padres.

Esas madres y padres traerían a sus hijos.

Yo, les contaría cuentos a los niños.

Ese es uno de mi sueños.

También me gustaría trabajar leyendo libros sin parar. Éste es muy bueno, éste me encanta, éste no.

Me gustaría.

Me encantan los libros. En mi casa hay montañas de libros.
En mi cuarto hay miles de montañas de libros.
Tengo tantos que dudo de que alguna vez pueda leerlos todos. Cuando la pila de "los pendientes" comienza a bajar, vuelvo de pronto con otros tres nuevos, que se intercalan con aquellos que te prestan.

Me encanta leer. De pequeña, todos los sábados o cada quince días, iba a la biblioteca y cogía dos libros, a veces, tres porque engañaba a mi hermana (la reina de Babar). Sí era así cogía un tebeo de Astérix o Lucky Luke (sí soy un chicazo), Mortadelo y Filemón, Rompetechos, Zipi y Zape, o el 13 Rue del Percebe. Odiaba Tintín. A ello le añadía un libro o dos.

Muchos de mis recuerdos de la niñez son con El Barco de Vapor.
Ahora, doy gracias a mis padres, por haber crecido entre libros, y por esa pasión.
Me encanta los cuentos. Tal es el caso, que cuando me cruzó con algún mercadillo o puesto de libros, o de segunda mano, puedo volver a casa con una bolsa llena de libros para niños desde los tres a los doce años.

Me encanta leer, escribir y contar cuentos. Uno de los recuerdos que más me gustan, es recordar como dormía con mi abuela del pueblo en la cama, mientras me contaba Pulgarcito, Hansel y Gretel o los Cabritillos.

Ahora me gusta contarlos, a cualquiera, y a Luna. También me gusta escribirlos, y cuando las musas me lo permiten, con el lápiz y el papel me creo una historia que se cuela por las rendijas de mis sueños.

Y porque un cuento puede durar un microsegundo. Aquí dejo tres de mis preferidos:


ALEJANDRO JODOROWSKI (México): “Después de la guerra” (38 palabras)
El último ser humano vivo lanzó la última paletada de tierra sobre el último muerto. En ese instante mismo supo que era inmortal, porque la muerte sólo existe en la mirada del otro


JUAN JOSÉ ARREOLA: “El mundo” (23 palabras)
Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso.


MIGUEL SAIZ ÁLVAREZ (España): “El globo” (17 palabras)
Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.




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