lunes, 23 de junio de 2014

Escuece

Intento agarrarme a algo. Pero no hay nada. Ni un clavo ardiendo entre tanto escombro. Y si mis manos están ya abrasadas? Y si me he cansado? Y si no quedan motivos?
Me agarro en el quicio de esa ventana. No me sueltes, grito al aire. Y noto una mano que me sostiene. La tomo con fuerzas, pero cuando estoy a punto de fiarme, de subir, de trepar, me suelta...
Serán las heridas lo que siento. Cuando todo queda en silencio y noto tu vacío. Cuando cierro los ojos y veo tu mirada o cuando el viento me trae tu recuerdo.
No digas nada. No lo diré. Qué más se puede hacer.
Si pudiera cogería el algodón y con alcohol curaría la herida que sangra en mi corazón. Ha empeorado con los días, sabes? Al principio fue como yo. Dura. Hubo lágrimas pero luego respiro aliviada... Había estado a punto de dejar que cayeran los muros, iba a confesar miedos y monstruos que prefiere guardar en ese corazón que ahora se desangra. Las cicatrices se amontonan. Se curará. Porque todo en esta vida se cura. Pero a veces, cuando menos lo espera, cuando es más feliz o cuando el sol despunta tras una nube, escuece. Y no puede llegar a explicar cuánto.

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