sábado, 29 de mayo de 2010

La Rebe in the city (demasiado)


No seguía deshojando margaritas, porque no creía en los astros. O sí. Pero a veces las chispas se apagaban. Otras se encendían.
Y la Rebe in the city, quiso huir. Subir a cualquier tren que la llevará lejos. A un lugar con playa. O con montañas. O con cielos encapotados.
Un lugar donde las incertidumbres se cayerán sobre los pies cansados de caminar. Quiso saltar al precipicio, pero no había ninguna mano para agarrarse durante la caída.
Se dio cuenta de que estaba mu loca. Pero tan sólo las personas que lo están pueden sobrevivir a las mañanas pérdidas. Cuando el sol se clava en las miradas. Cuando el olor se evapora entre las hojas de los árboles.
No supo muy bien donde iría. Pero quiso hacer una maleta muy pequeña donde tan sólo entrará una docena de libros y un pañuelo de colores.
Dejó sonar la canción del disco. La volvió a poner una vez más.
Bailó como si la vida acabará en aquel mismo instante. Cómo si su presencia estuviera aún agarrada entre sus manos.
Pero, ¿y si se caía? Suspiró. Y tal vez, saltó. O tal vez, siguió deshojando margaritas. Escribiendo capítulos de series sin sentido. Y exclamando pensamientos agarrotados.

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