jueves, 20 de agosto de 2009

La vida...

Dicen que la vida son cuatro días, y yo digo que si son cuatro no me cabe tanta fiesta.  Mete las de mayo, pon San Roque, alguna que otra boda de esas que nos tocan y algún San Jorge.  Pero claro la vida son cuatro días, uno soleado, otro de ventisca, otro nublado y otro de lluvia.  Pero si la vida son cuatro días, cuatro días son San Roque.
Se le suma primero un apéndice del domingo de los recortadores, con grandes momentos filosóficos.  Este año no nos bebemos la nevera eh?, estamos sólo seis... pues tontea tontea... qué nevera vacía.  Y luego, aparece Rober tras la charanga borracho y me pego interrogándolo toda la noche sobre su "enamoramiento".
El día del vino de honor, variada, tranqui, tronco, y cacerolada en el Cachirulo.  Y así acabamos con un agua y un calipo lima limón en un banco del paseo dándole a la sin hueso.
Gracias por los vermús, por probar que el límite de los bresques que te puedes beber en una tarde es ilimitado (o al menos pasa de dos a cinco), por el tocado Rounero, por las cañas mientras la gente se enguarruza en el chupinazo, por el megáfono de Miguel y sus cantes a la Virgen del Mar y la Cuesta, por el no me mates con tomates matáme con cebollinos, por la pedida de mano, por la pizza, por la primera borrachera, por la Orquesta Mondragón y Gurruchaga, por Dadi y Dober, por el vermú de chicas, por lidiar en la Ronda, por Montero el abandonado durmiendo bajo un huevo del toro de la plaza de toros, por una hora para pedir gambas, por las gambas madalenas, por el negrico cubano del Baviera (pero qué chico más majo), por los cuadros (porque en San Roque no hay suficientes paredes), por las risas, por los Fortasec, por los ibuprofenos, por la fiesta privada en La Moncloa, por los chupitos y el ron con limón, por mi primo el heavy y su nueva novia, por el disfraz de los ochenta y mi peluca y mis gafas y porque todo el disfraz no nos costará más de diez euros, porque nadie nos conociera, por Lorena, por los primos, por la familia adoptiva, por las primas locas, por no llegar ningún día a las vacas, por Gemita sol de la mañana, por la Reich y el secuestro y reaparición de Manolo, por el brugal a la hora de comer traído desde Santo Domingo, por el lomo empanado, por los 45 grados del paseo echando un gintonic o por los seis mil de la plaza, por los callejones con befeater con limón, por la casa, por el pisito de solteros, por los cemeras de la rouna, por las charangas, por la corrida y olé, por el Villalba y la paz, por los Despistaos y el water, por el último gran día, por reír hasta llorar, por la sandía gorda gorda gorda, por el tinto de verano en la sandía y por la sandía con sabor a rón, por el vermú comida en ese sitio tan majo, por el sol y el calor, mucho calor, por ver a Rober bajar la plaza corriendo, por el casco sandía sin estrenar, por las fotos del tio Monty, por las culadas de Alv, por el carro domótico de Toño, por el viaje hasta casa vaciando la nevera, por la bandera que da paso al carro de cuatro ruedas que debe ir por la calzada y que le cede el paso, por el conductor, por el móvil de Dani, por muchas cosas, por la vida en general, y por esos cuatro días.  Gracias (de nuevo entre sonrisas)

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