viernes, 21 de octubre de 2011

Terror, nunca más

La historia nos ha dejado tantas heridas que los resquicios que le quedan a la esperanza son pocos. Desde ayer hay momentos en los que me paró a pensar, derramó alguna lágrima y no sé si creer.
¿Se termina el terror y el dolor? ¿Puede alguién creer a aquellos que nos han golpeado dónde más duele? Qué han causado el miedo y el odio para no lograr nada. O sí. Para lograr unir al resto. Me gustaría que en ese comunicado nos hubieran mirado a los ojos, que ése fín venga sin condiciones. Que nadie juegue con la paz, y que nadie haga brindis al sol. Que el terrorismo no entré en la ploítica y viceversa.
La memoria está presente, y sobre todo la de las más de ochocientas víctimas. Me hace sonreír un pensamiento: que Lucas no sepa nunca que su padre tenía que cambiar de itinerario para ir al trabajo. Que no sepa cómo eran las miradas o el silencio que nos invadía tras un atentado. Tras un tiro en la nuca. Tras una tregua rota...
Memoria y nada de pagos. Y fuera capuchas, que nos miren a los ojos. Es lo que necesito para creer en las palabras de aquellos que creyeron que el terror era la salida.
Gracias a aquellos que han hecho que llegaramos aquí. A todos. Especialmente a algunos y espero que no hagan que me arrepienta.

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