lunes, 12 de septiembre de 2011

Cuando creía saber lo que quería decir y como, olvidaba el donde. Cuando sabía como decírtelo, olvidaba el qué y recordaba el sitio. Y cuando olvidaba el como y que, le venía a la cabeza un lugar.
Pero los sueños rotos le pesaban más que las vajillas que nunca rompería. Aunque lo que más le pesaba, lo que le ahogaba al caminar eran las decepciones. A veces se olvidaba de no esperar nada. El problema lo tiene la esperanza, que era junto a la fuerza, lo que durante años la habia sacado adelante.
Y ahí estaba otra vez. Sintiéndose sola y cantándole a la luna serenatas de balcón.
Las traiciones le pesaban, pero más, que la gente fuera egoísta. Que se apoyarán en su hombro para llorar, y cuando llegaba el momento de sonreír lo hicieran para otro lado. Ella solo esperaba ya que alguien llegara y le diera un beso. Que la abrazara y le dijera te quiero; pero que esta vez fuese de verdad, o que al menos durara más que una mala resaca.
Se quedó quieta, recordando un beso. El problema, era que seguía allí. Quieta. Suspendida no sabia si en el vacío o en el aire...

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