viernes, 24 de junio de 2011

Le gustaría decirle que no le gustaba que la siguieran.
Que prefería beber frío, incluso en invierno. Y que la leche le gustaba muy caliente.
Que vestía de negro por que su estado de ánimo casi siempre era lumínico. Pero que sin embargo, a veces se apagaba como una vela, que necesita que vuelvan a prender su llama.
Le gustaría decirle que se sabía miles de canciones, aunque cantaba fatal.
Que una vez hizo un bizcocho perfecto, y que después todos habían salido mal.
Que soñaba de pequeña con ser princesa, y que ahora sólo soñaba con echar a correr.
Le gustaría decirle que a veces sentía que todo era culpa suya. Y que otras, la marea le llevaba tan lejos que parecía desaparecer.
Quería decirle que le gustaría abrazarlo todos los días. Que en ocasiones miraba la luna buscando respuestas, y que una vez se quedó parada, más de una hora, mirando el surco de un río.
Que necesitaba escaparse a las montañas porque era la única manera que tenía de sentirse anclada a un mundo que se le escapaba por todos los lados.
Le gustaría decirle que su interior estaba tan revolucionado, que sentía que todo era plano.
Que cuando quería salir a buscarlo, nunca lo encontraba. Y que a veces, había deseado cosas horribles. Que no era tan buena como parecía, y que no siempre había sido feliz. Que también hay veces en que nadie la puede parar, y que se hace daño porque así nadie se lo hará a ella.
Le gustaría decirle que con nadie se sintió más segura. También le gustaría decirte que a veces tiembla, sobre todo, los días oscuros y las fiestas solitarias.
Que cuando sale el sol y le da en la cara, viaja lejos. Que si se queda sin voz es porque no puede decir algo que le gustaría decir.
Y que si no te dice que te quiere, es porque es gilipollas.

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