Esa vida que a veces pasa a nuestro alrededor y ni siquiera miramos. Esa vida que puede sorprendernos para bien y para mal.
Nos ha dicho que se nos ha olvidado que lo importante es contar. Contar lo que contamos. No a cuantos se lo contamos. Y que nos preocupamos tanto en contar a cuantos se lo contamos, que lo que contamos ha dejado de importar.
Ha hablado del derecho a ser informado. Del derecho a informar. De la obligación de la verdad.
De que lo importante no es quien me cuenta que se ha metido un gol, sino quien lo ha metido. Que nos hemos olvidado de las personas.
Ha hablado de la profesión, no tan idílica como ustedes se imaginan. De la radio. Y de todo lo que engancha.
De lo difícil que es ser mujer. Ser madre o periodista. De ese mundo ideal en el que conciliar sea real.
Ha hablado de lo importante que es quien te rodee. No madrugar, sino quien te facilita hacerlo.
De que cuando todo esto pase, veas a tu pareja al lado y sepas din lugar a dudas, pese a los silencios o los vacíos, que donde querrías estar es allí, a su lado, y no en otro lugar del mundo cualquiera ni con cualquier otro al lado.
De esta crisis. De este cambio de ciclo que todos notamos. El que se apaga y el que comienza. De los miedos. De lo que nos atenaza, tambalea, y de seguir adelante.
Ojalá todas las primaveras, sean como hoy aunque el mundo se tambaleé. Hay unos cuantos brazos dispuesto a sujetarlo.
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