Hace cosas nuevas, o las mismas pero de otra manera.
Y no te recuerda.
Pero a veces, una canción, una forma de que él la llame, una esquina o un vacío, hacen que te recuerde.
Ya no habla en voz alta para contarte como ha ido el día. Pero sigue yendo a sitios a los que iba contigo. El café es entonces más amargo...
Y se emociona. Cuando menos lo espera.
Pero llegarán otros escalofríos. O al menos intenta borrar los besos que le diste con otros labios que encuentra sin querer.
La vida era esto...
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