Nunca hablo aquí de curro pero hoy me lo váis a permitir... hace unos meses
cuando Nelson Mandela fue ingresado, todo apuntaba a que su muerte era algo
inminente. Entonces, en la radio, me encargaron que realizara un reportaje (no
muy largo) para tenerlo preparado en cuanto se diera el fatal desenlace. Las
semanas fueron pasando, los comunicados sobre su estado de salud dejaron de
llegar y yo pensé, que tal vez, era un nuevo héroe inmortal. Creí que nunca
daríamos esa pieza, y ya hasta se me había olvidado. Ahora Madiba se va. Y lo
hace en el momento en que más necesitamos héroes anónimos. Ahora a todos se les
llena la boca con su legado, con su ejemplo, con sus valores y su sacrificio y
su lucha. Sí. Y el mejor legado, es continuar con su ejemplo y su trabajo.
Al hilo de esto recuerdo otro caso de esos que nos pasan a veces a los
periodistas... me encargaron que grabara una entrevista a uno de los padres de
la Constitución. Estaba también ya malillo y querían tener los sonidos para
cuando se produjera el fatal desenlace. Lo grabé. Y fue maravillos. Por que
si algo tienen en común ambas personas, es la falta de rencor. A diferencia de
la actual clase política y de la actual sociedad donde nos encanta dividirnos,
etiquetarnos y separarnos... las anteriores generaciones vivieron las más
cruentas guerras, pero supieron encauzar sus caminos para la paz, para que lo
que habían visto, oído, sufrido y sentido no se volviera a repetir. Mientras
nosotros nos empeñamos en volver al odio, a los rojos, los azules, los negros y
los grises. A romper lo que otros consiguieron para nosotros con tanto empeño.
A gente como Mandela debemos el comprender, en carne y hueso, lo que es
perdonar más allá de lo imperdonable. Él nos hace a todos un poquito mejores
como personas, como seres humanos... y solo espero que el siglo XXI nos de
pronto otro Madiba.
INVICTUS (el poema que leía casi a diario en la cárcel)
Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pudiera existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de la circunstancia
Ni he gemido ni he gritado.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Es inminente el Horror de la sombra,
Y sin embargo la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.
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