Es el tiempo que escribo. Por que las cosas van cambiando. A veces son deprisa. Tanto que ni siquiera te da tiempo a asimilarlas o a comprenderlas. Otras veces son cambios lentos. Casi imperceptibles. Y esos son los que ocurren ahora.
Va cambiando lo que te quise. Lo que te quiero. Lo que te querré. Y la decepción le quita el espacio al orgullo. Y lo que es peor, la indiferencia se acerca.
Mientras, se me eriza el pelo cuando él me toca. Cuando simplemente me roza. Y una mariposa sale volando de su cabeza para posarse sobre la mía. Entonces comienzan los miedos. Los temblores y los sueños de cabecera.
Me da igual que no me quieras. De verdad. Y cada vez más.
Me da igual que no me hayas querido. Es cierto Y no volverá a dolerme.
Me da igual que no me vayas a querer. Así es. Y no siento ya la herida.
Lo único que quizá me duela, es llegar a pensar, que yo misma tenía razón: que te ibas a cansar aunque no lo creyeras y que me has utilizado para tapar los huecos y llenar los miedos que te acechaban de noche.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario