martes, 24 de mayo de 2011

En el ir y venir de los días, en el trajín, se le habían olvidado los segundos. Se le habían caído. Y sin segundos era imposible avanzar. Era imposible vivir. Y entre un segundo y otro, recordaba como él no había regresado. Se sintió tan sola que aprendió a decir segundo en sesenta dialectos. Y para combatir al tiempo colgado salió una noche interminable a bailar. Pensaba que así se encontrarían. Gran error. Mientras ella buscaba los segundos, el chico buscaba los minutos. Y así, ambos, se buscaban a todas horas en lugares distintos. A veces, soñaba que se encontraban y hoy, tenia mucho sueño.

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