viernes, 17 de septiembre de 2010

Labordeta, el maestro

Se han marchado todos
y nadie ha vuelto
para cerrar la puerta.
Esta, vieja y desguazada,
golpea contra el viento
en las noches de asombro
como si nadie la quisiera oír,
como si todos los páramos del tiempo
se encerrasen aquí,
sobre estas galerías de casas agrietadas.
Y lejos,
más allá de las últimas carrascas,
alguien recuerda la cama
donde fue concebido con tristeza.

(Se han marchado)
Este tiempo. La lluvia.

Nadie venía a verme por la tarde
y el corazón
opuesto a las palabras,
rendía su homenaje silencioso.

Lejos hablaba el mar, la noche.

Siempre los pasajeros
sienten terror del cielo
y nadie representa la comedia
con el tono de voz apetecido.

Seguía el agua golpeando
y nostálgicos paraguas
redimían la aurora.

Vengo del aire o nunca
decías con tus labios
y más allá, muy lejos,
respiraban los hombres su deseo.

Cada encuentro sucede
apetecido. Todos tienen temor,
es algo repentino.

Y encuentro el horizonte,
el sol guillotinado.

Nostálgico recuerdo.

Ahora y llueve digo
como amor sin palabras:
Sucede le pensamiento.

(Sucede el pensamiento)

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