Todo había cambiado y ya nada era como antes. Ahora salía de casa para contar historias pero ya no las buscaba. Alguien especial se había ido lejos y ella se sentía un poco más sola. Los golpes les asestaban en zonas cicatrizadas y las lágrimas se congelaban en gargantas arañadas. Lo echaba de menos a cada instante pero había aprendido a no recordarlo. Lo que le hacia sonreír estaba a 300 km. Un niño con gafas. Se detiene en la calle. Saca un móvil de juguete. Pide un perro y una bici. Habla con Papa Noel. Para Navidad faltan más de tres meses...
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