Se sienta, y permanece quieta cuando en realidad quiere echar a correr.
Y tiembla y llora y deja de soñar.
Anclada, zozobra en sus dudas sin comprender nada.
Un día salió a la calle y creyó haber dado con todas las respuestas. Sin embargo cuando a los días despertó comprendió que se le habían esfumado todas las preguntas.
No se encontraba y hasta la sombra le rehuía.
Si fuese capaz de saltar podría cambiar las cosas. Si supiese nadar no se ahogaría. Y si pudiera gritar, sabe que solo diría dos palabras...
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